skip to main |
skip to sidebar
La primavera se estaba acercando, los días se ponían lindo y las mañanas me traían un aire de verano que me ponían feliz, hacían que vaya a trabajar y a estudiar contento, con ganas. El verano es mi época del año favorita, creo que no queda dudas de eso. Y más allá de los chongos marcados en cuero mostrando el elástico del bóxer y con shorts que se le marcan el bulto, cosas que me excitan a más no dar, no sé, el verano es todo felicidad, sol y ganas de vivir la vida. Me empecé a dar cuenta, también, que, cada vez más, las heridas iban sellándose, cada vez más voy superando una separación que casi me costó la vida. Es que, en esta época del año, miro atrás hace un año y me doy cuenta lo que pasaba. Y no fue fácil cargar con todo. Ahora, que ya todo pasó y las cosas son distintas, pero porque yo decidí que las cosas sean así, o sea, en no seguir en la nebulosa de mi separación, creo que se viene lo mejor. Estaba deseando que venga el verano y despertar esas ganas de querer ser más libre, sobre todo, porque el año pasado no disfruté el verano en sí. En aquel tiempo, lo único que yo hacía era pensar en ir a bailar y que mi ex novio, Ian, no se aparezca para arruinarme la noche, o qué plan nuevo iba a tener para humillarme. Y es más, como conté anteriormente, hoy en día siento lástima por mi ex novio. Se lo conté a Rebecca ayer y me preguntó por qué:
-Es que, desde que nos separamos, sentí que fui muy agresivo con él. Y me parece que no se lo merecía. O sea, me hacía algo pero yo se lo devolvía el triple de doloroso. Lo obligué a cambiar, a que se olvide de mí por las malas. Me siento con culpa de que, por mí, él haya tenido que rehacer su vida.
-No, boludo, que se joda. O sea, si él te hacía cosas a vos, está bien que vos lo hayas contra-atacado.
-Sí, tenés razón. Pero bueno. Ésto no lo pensaba antes.