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Casa en invierno |
miércoles, julio 27, 2022
#261 - No Me Estoy Hundiendo
En algunas noches, sobre todo las de invierno, miro desde mi ventanal hacia la esquina de atrás del edificio donde vivo (éste y dos más consecutivo son los únicos tres edificios de la manzana, por lo tanto, las demás son casas de dos plantas máximo). Las que hay desde hace timepo, son noches de frío, y estas casas poseen luz ténue, muy poca, apenas. Últimamente, no se
ve nadie en esas casas, están oscuras y es que son casas donde vive
gente muy mayor o gente que se encierra dentro sin que nadie las pueda ver. Ese paisaje de casas oscuras y con un poco de arboleda en el fondo, me lleva a un tiempo lejano cuando yo era chico donde, en las noches, nos juntábamos mis vecinos y mi primo Hernán en la vereda de mis vecinos de al lado, Sam y Edu. Siempre yo metido entre los más grandes. Pero es ese foquito
en un patio de atrás de una de las casas que veo y que me hace acordar a esas situaciones que durante mucho tiempo las tapé o sinceramente no se me venían a la cabeza. Son épocas que ya no van a volver, que se dieron así y ahora el mundo dio un paso a otra dimensión. Como cuento siempre, me es difícil volver a mi barrio y ver como todo cambió ya que, de por sí, al asfaltar casi todas las calles, se perdió la esencia del barrio y lo distorsionó mucho, quizás, para bien. En aquellas noches de amigos, no me pregunten de qué hablabamos 4 chicos de entre 5 años (yo) y de 10 años como lo era Hernán, pero era muy lindo y sano todo. No como ahora que "no se puede salir" o, mejor dicho, que los padres no quieren que los chicos salgan y los tienen todo el día encerrados con un teléfono celular en la mano o una consola de videojuegos. Ojo, nosotros, mis primos tales como Hernán, Rodrigo y Federico, teníamos consolas de videojuegos. Pero éramos pibes sanos, no nos cebábamos como los chicos de ahora que amanecen días de semana jugando y que no cumplen con la escuela ni con las tareas.
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