Empezó el año 2020 y a esta altura ya está todo dicho. Para muchos, un año de mierda; para mí, un año con golazos laborales. Este iba a ser el año lleno de planes para casi todos, aunque esta pandemia nos dejó en el molde, en el primer casillero del juego. De hecho, ahora en 2021, estamos sufriendo consecuencias de este 2020 raro y distinto. En mi caso, el año había empezado fantástico, con unas vacaciones y amor de verano como rara vez en mi vida pasó. El primer suceso que tuve al volver a Buenos Aires, fue el cumpleaños de mi mejor amigo Elías, que lo iba a festejar en su casa que alquilaba con su amiga, que dicho sea de paso, fue acá cuando surgió el incidente del instagram con Axel de que él lo había empezado a seguir a Elías y que hasta le habló. El drama de aquel entonces era si Nazareno y compañía iban a venir al cumpleaños después del revuelo que se había armado cuando descubrimos que Nazareno manipulaba nuestra plata de forma turbia en las juntadas en su casa y eventos como días del amigo, Halloween y demás. Lo peor de todo es que ellos vinieron y, al menos yo, fue incómodo saludar a Nazareno después de la discusión por audios de Whatsapp que tuvimos antes de su cumpleaños y de mis vacaciones.
