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miércoles, junio 21, 2017

#185 - Sin Un Beso

Hoy soñé con mi perro, casi el único que tuve, lo llamábamos "Perri". Paralelamente, tuve otro llamado "Coqui" que falleció un 11 de septiembre - supongo - que del 2003 o 2004. Con Perri, yo sufrí con él. Era un perro que, tras un paro virus quedó inválido, pero sobrevivió aunque no disfrutó la vida como los otros perros porque le había salido como una joroba y le imposibilitó caminar bien o el simple hecho de correr. Y nosotros, al vivir en un segundo piso, teníamos que bajarlo y subirlo para que hiciera sus necesidades en el patio. A veces, era escucharlo llorar y que me diera bronca; a veces, besarlo y abrazarlo como si fuese mi hermano el que nunca tuve y al que amaba puramente, una persona sin maldad. Alguien a quien no pude despedirlo porque en 2007 llegó su día después de una madrugada donde yo me desvelé y me desperté tarde y, tras agarrarle una convulsión, mi papá decidió sacrificarlo. Esa noticia me la desayuné cuando me desperté. Mi llanto fue durante mucho tiempo de lamento, la pérdida de quien para mi había sido especial, al igual que "Coqui" cuando falleció en su momento. Desde ese momento, nunca quise volver a tener un perro. Viví muchos meses llorando sin parar, un llanto que ni siquiera me era necesario forzarlo porque salía solo, y siempre a escondidas.

Hasta hace unos años atrás, no existió nadie en mi vida a quien yo haya amado tanto o más como lo amé a "Perri". Me es imposible escribir esto sin llorar. No es la primera vez que lo sueño desde que murió. Todavía me acuerdo, allá por 1999 cuando mi papá me había preguntado si yo quería un perrito, yo apenas con seis años. Y fuimos él y yo hasta Aldo Bonzi a la casa de un compañero de trabajo de aquel entonces de mi papá que, tras perdernos, encontramos la casa de este señor. La mamá de Perri era una dálmata y el papá era un perro negro. Todos sus hermanitos estaban juntos, apenas nacidos. Entonces, cuando me preguntaron a mí a quién quería, señalé a Perri y lo trajimos en un remis donde Perri se la pasó llorando durante todo el viaje. Perri se enemistó con otro perro que había encontrado Naim tiempo después, llamado "Firulais" quien todavía vive viejito, sin audición y casi sin vista. En esa época, estaba una novela llamado "Campeones" en Canal 13 donde se escuchaba la canción "Campeones de la Vida" de Alejandro Lerner, algo que lleva a esos años si es que la escucho.

Hace cinco meses, falleció un primo mío más grande que yo, hermano de Hernán. Este primo había tenido problemas cardíacos desde muy chico y era sordomudo, aun cuando nació y le dijeron a mi tía que no tenía muchos años de vida, él falleció a los 44 años. Es más, en el 2012 habíamos festejado sus 40 años. Me acuerdo porque justo yo estaba empezando la relación amorosa con Joel. Lógicamente, mi tía quedó destrozadísima. Dicen que no hay nada peor en la vida que perder un hijo. Mi tía estuvo 44 años de su vida yendo y viniendo con él hacia el hospital, y más este último tiempo donde los problemas de salud de él eran más frecuentes. Yo me sentía mal porque hacía dos meses atrás yo había discutido con ella por Facebook por algo que había comentado cuando yo había publicado que me mudaba cuando yo volviera de las vacaciones que tuve con Mauricio (a mis familiares y compañeros de secundaria y profesorado los tengo en un facebook, y a mis amigos y conocidos del ambiente, en otro facebook). Fue la primera vez en mi vida que tuve un enfrentamiento con ella, sobre todo, después de que ella confesara millones de veces que yo era su sobrino favorito por sobre todos los otros miles que tiene de mi familia. La última vez que mi mamá estuvo acá en casa, mi tía pasó a saludarla y fue inevitable hablar de la muerte de mi primo y fue imposible que ella no llorara. Le contó que, aunque se fue de viaje con mi otra tía, le fue imposible no pensar en mi primo y llorar en esos momentos. Mi mamá le dijo que es natural que ella llorara porque es algo reciente, como un lamento que le sale del alma, de lo más profundo de su corazón que sale sin necesidad de un mínimo esfuerzo.


Después de haber salido de bailar este sábado y estar comiendo, le hice mención a los chicos que esa escenita de mi ex novio Ian atrás de mí mientras yo bailaba me había hecho tener un dejavu de los momentos del 2015. Fue ahí cuando ellos me dijeron que me felicitaban por la fuerza que yo tenía para soportar eso. A lo que yo les respondí que en la semana seguramente me iba a poner a llorar, pero no como algo que me doliera, sino de liberar tensiones y seguir sintiéndome fuerte. Mauricio me contestó que a él también le pasa eso. Y sí, ese mismo llanto de lamento que salía de mi alma sin esfuerzo, también lo pasé cuando me separé con Ian porque fue la última persona que amé con todo mi ser. Más que a Joel, más a Martín. Si tengo que hacer una conexión del por qué soñé con Perri, quizás haya sido porque después de su despedida sin un beso, no volví a llorar así hasta que me separé de Ian. Sentí su pérdida en lo más profundo de mí, como si él hubiera muerto; y sólo cuando él me dijo que podíamos seguir hablándonos pero sin compromiso, de la nada fue cuando me volvió el espíritu a mi cuerpo y la desesperación se fue por un rato, cuando pude tener calma. Ese lamento ya se pasó, fue cuando entendí el dicho que dice que "el tiempo lo cura todo", así como hacía tiempo atrás había entendido el significado de "ojos que no ven, corazón que no siente". Quizás me duela el hecho de haberlo despedido "sin un beso" en donde, tras pelearnos, él tiró la relación a la basura. Y entonces, quizás eso sea lo pendiente entre nosotros. Si digo que no me interesa saber nada con él es porque, justamente, "la vida continúa", yo soy una persona guerrera por naturaleza. Por mí, que le vaya bien en su nueva relación. 

Sólo le deseo que no cometa los mismo errores que cometimos cuando estábamos juntos, así como yo también voy a intentar no cometerlos cuando vuelva a estar de novio. Sólo quiero que deje de molestarme y me deje seguir mi vida en paz; que si quiere salir, que salga pero que se vaya a otro lugar, no atrás de mí. Gracias al cielo, aprendí con mi primer ex que, si no estoy enamorado realmente de alguien, no debo ponerme en pareja para arrepentirme a los tres meses. En estos momentos, estoy mejor solo que mal acompañado. Y como siempre me pasa esto, ya estoy acostumbrado a surfear y pensar más en mí. Quizás sea egoísta, pero es mi forma de vivir; ahora sólo quiero estar con mis amigos antes que buscar a alguien para ponerme en pareja.


F.A.M.