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viernes, septiembre 08, 2017

#187 - Invisible


Ya un poco instalado, acostumbrado a esta nueva vida, sólo estoy preocupado por la plata aunque laburo no me falta. Como dije anteriormente, me cuesta el hecho de volver a casa después de bailar, después de trabajar. O sea, la adaptación a una nueva vida. Antes de mudarme estuve intentando retomar mi parte gamer, la que casi salió por completo nuevamente allá por el 2015 cuando me separé, en donde me sumergí en un mundo particular de "walkthrough" de videojuegos que yo había querido jugar y nunca pude. Aunque ahora me falta tiempo porque mi guitarra espera ser tocada, mi bicicleta andada y mi blog escrito. Se me es imposible congeniar todo con el laburo y el estudio. Menos mal que aflojé con algunas materias de la facultad porque seguro que me iba a saturar y estresar. Lo bueno es que ando siempre con actitud positiva y no como en mi antigua casa que vivía un poco deprimido.


Estoy enviciado con Grindr. En mi antigua casa, antes de mudarme también le agarré el vicio a Grindr y, como conté en el anterior capítulo, me volví un adicto a esta aplicación y estoy pasando por una situación a la que juré no atravesar después de catalogar a Lion como una persona desinteresada y fría con los hombres. La diferencia es que en mi antigua casa no podía a personas distintas todos los días porque corría el riesgo de que los vecinos y quién me conociera me viera el algo sospechoso. A veces ni contestaba en Grindr. Pero acá sí, más allá de lo céntrica que sea esta zona. Debido a esta mudanza, quien me habló para ver qué onda mi vida era Constantino que, tras varios desencuentros, coincidimos un día en juntarnos para hacer algo. Lo más sorprendente era que él quería ir al cine pero como no podíamos, quiso venir a cenar en casa y quedarse a dormir. Todo esto un domingo. A mi me había llamado la atención porque la única vez que fue a mi casa, no se había querido quedar a dormir, quizás por miedo a algo. Y es más, una vez que yo volví borracho de bailar y estaba hablando con él porque había tenido un problema con Héctor, le confesé que si era por mí yo lo chapaba porque le tenía ganas. Aunque no lo iba a hacer porque quizás él no quería y yo quedaba como un desubicado. Su respuesta por audio fue que lo hiciera, que él no me iba a correr la cara. Listo, ya lo tengo entre mis manos. Ese domingo que él vino, estuvimos un rato charlando y después encargamos delivery. La cagada era que había que ir a buscar la bebida, entonces salimos y volvimos. 

Cuando llegó la comida, mientras preparábamos todo, me le acerqué, lo agarré de la cara y me lo chapé mal. Él me agarró de la cintura, giró un poquito para estar más cómodo y nos comimos la boca mutuamente con lengua de por medio. Después de un buen rato, paramos y él me dice:
-Bueno, la pizza se va a enfriar sino.
-Perdón, es que tenía ganas de hace mucho - Le contesté honestamente y con mi pija híper parada de la calentura que me había provocado. Fue difícil hacer de cuenta que no había pasado nada después de eso, sobre todo cuando empezamos a comer y Constantino se sentía inhibido, y entonces me pidió un plato para que no le vea caer comida. Como todavía yo no tenía Internet, le propuse ver una serie mientras nos acomodábamos para dormir porque al otro día, teníamos que hacer cosas. Yo tengo una cama de dos plazas, no quedaba otra que dormir juntos. Yo sabía que mucho tiempo no íbamos a aguantar sin tocarnos, más desde que vi una foto de su culo que había subido a Instagram como expresión de "váyanse todos a la mierda" y a mí me re calentó a tal punto de tener una fascinación con su culo hasta el día de hoy. La cosa que no duramos ni diez minutos viendo la serie que yo me le acerqué cuando estábamos acostados y lo agarré de la cara para chaparnos mal. Esta vez, estuvimos más de 15 minutos así, hasta que le toqué el bulto, él a mí, yo su orto, él el mío. Nos sacamos los pantalones, la remera y estuvimos besándonos un buen rato. Nos metimos la mano adentro del bóxer y empezamos a pajearnos mal. No sé si fue porque Constantino sabía que yo suelo ser sólo pasivo, pero se me hizo el activo fatal cuando yo sabía que él es versátil y no tiene problemas de rol. A lo que voy es que le quería tocar el culo y se molestaba un poco. 

Nos besamos el cuello, nos pasábamos saliva, chocábamos nuestras lenguas en un beso bien caliente, nos acariciábamos el pelo, hasta que llegó el momento en que él quiso que yo baje a chupársela. Desde bajo las sábanas, el calor nos hacía transpirar en pleno invierno, nos teníamos las re ganas. Yo me ahogaba abajo, me quedaba sin aire para respirar pero se la chupaba igual, veía su cara que era la de mirar hacia el techo con los ojos cerrados. Decía palabras como:
-Ay, pendejo. ¡Qué bien la chupas! - Él parece más chico que yo físicamente, pero de edad es mucho más grande. Su pija era de tamaño normal, pero tanto escondimos las ganas que nos teníamos que ese día brotaba calentura por todos lados. Habré subido para seguir besándome con él hasta que decidimos apagar la TV porque no la estábamos mirando. Lo empecé a pajear debajo de las sábanas mientras nos besábamos el cuello y acariciábamos el pelo, hasta que otra vez bajé a chupársela pero en menos de diez minutos me dijo:
-Pará, boludo. Me vas a hacer acabar - Y ya con la calentura que yo tenía le contesté
-Y acabá - O sea, no nos íbamos a hacer los 'fifí' después de todo lo que habíamos hecho. Dos segundos y me waskeó la boca que no desperdicié ni una gota. Constantino se retorcía mientras gemía a más no dar y yo probando su leche que la tenía toda en mi boca. Sin pensarlo, la tragué toda. Y subí para besarlo.
-Qué buen pete, boludo - Me dijo él y después volvió a la Tierra - Lo que menos hicimos fue mirar la serie - Como era un poco tarde, acordamos de acomodarnos y dormir. Lo más sorprendente fue que lo abracé y quedamos dormidos así: desnudos y abrazados. La cagada fue que, a la hora, él se despertó porque los dos estábamos súper transpirados. Creo que hace años no me pasaba algo así con alguien, con mi primo Naim habrá sido que pasé por eso. Nos acomodamos un segundo y yo lo apoyé con mi pija en su culo y se me puso como roca. Hice movimiento de que se la iba a poner, pero de la calentura, bajé y lo puse de costado para empezar a chuparle el culo sin parar. ¡Qué rico, LPM! Me saqué las ganas de ese orto tremendo. Estuve minutos y minutos largos, se la quería poner, aunque cuando subí para besarlo, vi que tenía la pija parada y entonces se la empecé a pajear
-Hey, me re gustás - Me animé a decirle, sin embargo, estoy seguro que no se la quiso creer, no me contestó nada - En serio. Te hiciste rogar más de un año. Me gustás mucho - Él también me pajeaba a mí. A los segundos, volví a bajar para chupársela y otro polvo más me largó en la boca con gemidos de por medio en plena madrugada y fue leche que no dudé en volver a tragármela. Quedamos exhaustos en la cama y amanecimos así al otro día. Un poco más tranquilos, desayunamos mientras yo lo abrazaba y lo tiraba en la cama para seguir abrazándolo, pero él con un poquito de vergüenza. Le insistí a que viniera más de seguido, me contestó que tenía que evaluarlo porque laburaba todos los días y hasta tarde. Sé que el dicho de "El que quiere, puede" vence todos los obstáculos. Lo que tiene Constantino es que me ve en Grindr y me habla como para que yo sepa que "él me ve y lee mi perfil". O sea, nos tenemos en todas las redes y justo por Grindr me viene a hablar. Además, la vez que mi ex le habló a él por Facebook, él no tuvo problemas en decirle que yo era su novio, sino que lo hizo con gusto.

Al miércoles siguiente que yo tenía la mañana libre, engancho a uno por Grindr que enseguida me dijo para vernos en pleno mediodia. Intercambiamos fotos, opiniones del sexo y se vino así de la nada. Según él, estaba haciendo trámites y quería hacer algo para no volverse a su casa. Él único problema era que yo no tenía cortinas en el departamento y se veía todo de día. La mayoría piensa lo mismo: que es una ventanita chiquita pero no, es un ventanal que ocupa todo el departamento. El chabón era lindo, se llamaba Lucas, también correntino (de la provincia de Corrientes), alto, pero tenía un poco de pancita, lo bueno es que vino trajeado y eso me calentaba. Nos empezamos a besar mal y me di cuenta enseguida que había química sexual entre nosotros. Y hay algo de cierto en lo que hablamos después con él: si no hay buenos besos, no hay química. Lo más zarpado era que nos empezamos a tocar en mi cama que estaba al lado del ventanal desde donde se ve todo y contábamos con que nadie mirara hacia este lado. Al principio fueron muchos besos, él me implementó una técnica que jamás me habían hecho que era acariciar el paladar con la lengua. Chupada de pija le di yo, chupada de culo me dio él como por una hora, besos fuertes, escupidas en la boca como a mi me gusta, etc. Tanto fue la calentura que agarró un forro y me quiso cojer. Lo malo es que la embarramos demasiado porque yo no estaba preparado para cojer así nomás. Me cojió un toque pero al sacarnos el forro, nos quedamos sin uno y tuvimos que acudir al sexo oral y el morbo de la violencia. Primero nos fuimos a lavar y, una vez que quedamos limpitos, le pedí la leche en la boca, me la dio y me la tragué justo cuando yo iba a acabar, cosa que hacía con la leche de mi ex novio cuando estábamos en pareja. Estuvimos bastante tiempo tirados en la cama, besándonos, hablando de cosas tontas y calentándonos. Cuando se le volvió a poner la pija dura como una roca, jugábamos a que me la metía pero no, sólo puerteo. Y estuvimos así como dos horas, gastando la tarde mientras no nos importaba si alguien nos miraba. Otra vez lo pajeé y hablamos de morbos como los que a mí me gustan: tragar leche y los tríos. Aunque Lucas empezó a manifestar ciertos celos porque pegamos tanta química que no le gustó para nada mi comentario. Le hice chistes como que yo quería masajes y, que si él no me los hacía yo iba a buscar a esos masajistas que hacen final feliz.
-Bueno, andá con el masajista - Me decía él. Cuando ya estaba bajando el sol después de haber pasado toda la tarde con él gimiéndole al oído y pasándome su pija por mi culo, me volvió a acabar pero, como yo acabé primero, tuve su leche un toque en mi boca y después fui al baño a escupirla cuando, en realidad, él me pidió que me mire al espejo y me vea la cara waskeada. A punto de oscurecer, Lucas me pidió para bañarse y, al tener un TOC con la limpieza, limpiamos en conjunto mi baño que estaba sucio por la tierra que voló durante esa semana y media. Cuando decidió irse, pasamos a cenar por Subway y lo acompañé a tomarse el colectivo mientras pactamos volver a hablarnos y ser amigarches.


F.A.M.