Pages

domingo, abril 19, 2020

#23 - This Is Us: The Tour [Parte II]

X. La noche acampando. Las ratas
La noche en el microcentro porteño había resultado ser muy distinta a las que yo pasaba en mi casa. Era una de las primeras veces que yo pasaba la noche en la calle, esa adrenalina me encantaba poder experimentarla, y quería hacerlo siempre a futuro cuando hubiesen recitales. La puerta 5 se había transformado en un hotel de ancianos, a las 23hs ya estaban todos durmiendo en carpas, en bolsas de dormir, en frazadas en el suelo. Anabella, Débora, las chicas de Uruguay y yo empezamos a hablar de cosas de la vida. Yo aproveché para comer la vianda que me había llevado porque el fiambre sino se iba a echar a perder. Les convidé a las chicas, pero no quisieron, lo cual se me hizo incómodo comer en frente de ellas. A todo esto, nos empezamos a dar cuenta que a esa hora de la noche, en la oscuridad, las ratas andaban entre la basura de la calle, todo estaba muy sucio en la ciudad. Una de las chicas de Uruguay se asustó y hablaba fuerte, las demás chicas también se asustaron y gritaban. El tema fue que pasó una rata muy grande de vereda a vereda y nosotros la vimos. Ahí mismo, una de ellas pegá un grito "Wooooooooooo" y todo el mundo se movió de sus carpas o bolsa de dormir. La cosa que todo nos empezamos a reir, nos tentamos mal y no podíamos parar. Su grito había sido genial, pero lejos de asustarnos, nos alegró la noche a todos. Fue una anécdota que nadie se olvidó jamás. Mientras seguíamos hablando, me di cuenta que me moría del sueño y le dije a las chicas que me iba a dormir, aunque ellas siguieron hablando sin dormirse.

XI. Buen día, llegó la fecha.
Cuando me desperté, las chicas estaban durmiendo y estaba todo cambiado, la gente yéndose a trabajar, un ritmo de día laboral que la noche anterior no lo aparentaba. Supuestamente mi papá me iba a hacer la segunda en la fila, pero claramente me dio muchas vueltas hasta que le dije que no hacía falta porque yo tenía el numerito que nos habían repartido. Necesitaba ir a mi casa a ducharme y volver limpio ya que siempre que me despertaba sentía mi cara grasosa y sucio por completo. Me volví con Débora en subte hasta Once, combinación con la B y la H. No me acuerdo qué hice en mi casa, pero más que bañarme, cambiarme y sali, no creo. Sí me acuerdo el trayecto de ida y vuelta en el subte. A la vuelta, vi a dos chicos en el subte, alrededor de mi edad, y pensé conscientemente que todavía estaba la necesidad de encontrar a un "amigo" nuevo que no sea del barrio porque con ellos no encajaba. Sin dudas, era mi deseo de encontrar a ese alguien especial que, en aquel entonces, era un chico, pero lo pensaba a escondidas. Nadie sabía acerca de mi sexualidad. Yo no lo hablaba.

XII. Las vallas. La vieja. Robert, el hetero.
Cuando llegué, alrededor de las 12.30hs, encontré todo distinto: ya habían puesto las vayas, estaban las chicas del fanclub todas juntas, Ludovica, Carla, y la nena con su abuela, la vieja. También estaban las chicas de Uruguay, pero habían ido a buscar a un chico hetero, a quien miré primeramente analizándolo con mi gaydar, pero no recibía ninguna pista, ninguna mirada hacia mí fuera de lo normal. Él era alto y morocho, estaba vestido con un sombrero, y una remera marrón casi gris. Después de eso, las chicas del Uruguay se fueron a su hotel, seguramente Robert se quedó haciendo la fila por ellas.

XIII. La ansiedad y el conteo
Lógicamente, no nos quedamos en la fila propiamente dicha, sino que yo empecé a caminar, a estar parado, no soportaba quedarme acorralado. Aproveché ese momento para entablar conversación con Anabella, con quien yo había pegado muy buena onda desde el minuto cero. Hay una foto que nos sacaron (no recuerdo si yo pedí) a nosotros dos hablando mientras estábamos sentados en el corón de la vereda. Cuando llegó Débora, me pidió a que la acompañara a comprar pilas para la cámara porque no tenía, así que fuimos y volvimos siempre con miedo de que ellos llegaran.

XIV. Llegada de los BSB 
Era todo un caos, muchísima gente, había que tener cuidado que nadie se colara ya que nosotros estábamos en un sitio privilegiado cercano a la puerta por ser los primeros. El resto de la fila estaba a una cuadra. Cuando los rumores de que ellos iban a llegar empezaron a circular, todos nos fuimos a la vuelta donde estaba la puerta. Los primeros tres en llegar los vi desde el costado y pude filmarlo. Esperamos alrededor de media hora y los dos Backs restantes llegaron, pero ahí tuve que pararme arriba de algun muro. Hacía calor porque era plena hora de tarde. Nos agarró una preocupación porque las chicas de Uruguay no llegaban más, no sabíamos que les había pasado y supusimos que se habían tirado a dormir y quizás pasaban de largo. Así que intentamos llamarlas buscando el código telefónico de Uruguay, pero no quedó otra que Robert ir a buscarlas. Aparte de dormir, estuvieron descansado y produciéndose, nada más. Antes de entrar, nos sacamos una foto grupal las chicas del Uruguay y nosotros tres, yo, Débora y Anabella. Una hermosa foto que sigue siendo de mis preferidas. Lástima que Yesi, la del grito, fue la que sacó la foto y no pudo aparecer.

XV. El show. La toalla
Creo que es algo que no puedo explicar. Lo vivido ahí fue increíble, me canté todo porque sabía el setlist. Nick Carter se limpió la transpiración con una toalla negra y la lanzó al público. Como siempre me pasa, eso cayó justo arriba de mí y lo agarré pero todas las chicas se desesperaron y no querían soltar. Estábamos en pleno recital y todas tirando de un lado y del otro, aun cuando decían "Ya está, chicas, déjenlo". Una sacó una hebilla y con eso intentó cortar, todas querían un hilito. Yo sosteniendo con toda mi fuerza, pude quedarme con la parte más grande. Todavía lo conservo, no sé qué olor tendrá, pero es muy grato. Obviamente, quedé impactado en todo sentido, jamás pensé en verlos en vivo, para mí ellos habían sido algo de mi infancia, algo del pasado lejos, pero no.

XVI. La salida y la despedida
Encontré a Anabella, estaba cercana a mí porque la gente se despejaba y quedaba todo vacío. Ella me dijo que esperáramos a ver si encontrábamos algo en el piso. Pero antes de eso, ella me abrazó y se puso a llorar tristemente. Algo que me dejó en shock, pero lo hice porque sentía que lo que estaba pasando era mágico. Me hubiera gustado tener algún tipo de sentimiento para con ella, pero recién nos conocíamos, de todos modos me sorprendió que lo haya hecho. Sin embargo, el sentimiento de tristeza para conmigo estaba por llegar al día siguiente. Salimos y era la primera vez en mi vida que tenía que volver a mi casa tan tarde. No sabía cómo. Anabella me contó que a Débora le habían robado el celular en pleno show, se lo habían sacado del bolsillo, y por eso se fue ya que su papá la había venido a buscar. Anabella esperaba a Raquel y a Malena para poder irse, pero no sabíamos dónde estaban y nos queríamos volver, yo sobre todo. Resulta que aparecieron como a la media hora porque estaban comiendo algo mientras ahogaban penas con otras chicas. Al despedirlas con abrazos, se decían "Afuera nos vemos, afuera la seguimos, esto es como Gran Hermano, chicas". Malena, Raquel y Anabella propusieron tomarnos un taxi hasta Once, ellas se volverían en tren. Acepté y pagamos un taxi entre los 4. Era más factible eso, que yo pagara uno solo. En aquel entonces, no solía tener tanta plata porque solo cobraba $200 por mes. Muy poco. Fuimos hablando y contando nuestras experiencias del show. Entablé una mínima conversación con Raquel, intentando tener la misma química que con Anabella, y la había, sin embargo, nunca me volví a juntar con ella porque no solía salir a juntarse con gente. Después se puso de novia y tuvo una nena. Bajamos del taxi y las saludé con un abrazo mientras también nos decíamos "Afuera la seguimos" y quedamos en hablarnos por sms y Facebook. Vi un 188, así que me subí sin importarme nada. Caminé 6 cuadras como a la 1AM con un miedo terrible de que me robaran, pero llegué a mi casa y me encerré en mi habitación, sin poder creer lo que había vivido. Hacía un mes atrás cuando había comprado la entrada, era algo inimaginable todo esto. No solo el show sino la cantidad de gente que había conocido.
XVII. El aeropuerto
El dato me lo pasó algunas de las chicas, o Anabella o Raquel. Anabella no podía, no sabía cómo llegar ni tampoco tenía plata. A mí me había costado muchísimo dormirme y levantarme, era como si un camión me hubiera pasado por encima. Tuve que posponer la alarma, pero me levanté porque quería ir a aeropuerto a despedir a los BSB con la remera que me había comprado la noche anterior. Para mí era todo nuevo, la primera vez que iba a ir a Ezeiza. Lamentablemente, no supe viajar y me fui hasta Lomas para tomarme el tren, pero no, no hacía falta. Resulta que justo el servicio estaba suspendido y me tomé el 165 hasta Monte Grande. Sabiendo que iba a llegar tarde, ahí mismo le pregunté a una señora mayor, rubia de pelo largo y me dijo cómo tenía que hacer para llegar al Aeropuerto de Ezeiza sin necesidad de ir hasta la estación. Al llegar, me las ingenié como pude y encontré el hangar de dónde salían los vuelos internacionales, pero caminando por el vestíbulo, encontré a dos chicas que venían muy juntas. Me preguntaron si venía a despedir a los BSB, les contesté pero me dijeron que ya se habían ido hacía 5 minutos. La verdad, me quise morir. Sabía igual que no estaba llegando, pero no podía dejarlos ir así nomás. Fue la primera vez que sentí esa sensación de ahogo, de desesperación, no quería que nada terminara, ni ese día ni toda la sensación. Recuerdo volverme en ese colectivo que ni recuerdo el número escuchando a los BSB en mis auriculares sabiendo que ellos estaban viajando a Chile. Muchas chicas iban a verlos allá, pero yo no. Apenas me había alcanzado para comprarme la entrada acá en Argentina.

A partir de ahí comprendí lo que era la depresión post, sin embargo, como la depresión que tuve después de este recital, no lo tuve con ningun otro. Quizás porque los posteriores estuve enfocado en otra cosa o atravesando momentos en donde estaba con cosas de trabajo o estudio. De todos modos, yo sabía que esta primera experiencia fuera de la escuela secundaria era una visagra entre lo conocido y lo nuevo o diferente. Este show me había traído un montón de sorpresas: gente muy buena y vivencias inolvidables. Por eso mismo, tuve que venirme hoy en día (mejor dicho aquel día) a Plaza Roma, la que está casi en frente del Luna Park. Es una plaza de mierda, un poco descuidada, pero me sirve para relajarme un poco, sacarme la sensación de desesperación y poder recordar todo lo vivo a metros de donde estoy. Sin dudas, este show me cambió la vida como ningún otro. Esto era lo que buscaba pasar cuando decía que la escuela secundaria era para mí algo de pasada, y que cuando terminara, sería un antes y un después.

F.A.M.