Pages

sábado, junio 06, 2020

#235 - Cera Derretida

Meses antes de terminar el año, volví a revivir una historia de amor que había quedado en suspenso hacía muchos años. Se trata de Leandro, historia que conté varias veces, pero nunca completa porque esos episodios del año 2014 los dejé en stand-by. En aquella época donde yo frecuentaba con Ricky, Andrés y Mateo, una noche en pedo en Puerca me comí a Leandro quien, según él, me había fichado varias veces. Terminamos yendo a su casa esa noche mientras yo le chupaba la pija en el camino a Palermo para tomar el 166. En aquel entonces, no me generaba confianza y, da la casualidad, que en ese momento yo había conocido a Ian, mi último ex novio. Tuve que elegir y aposté todas las fichas en Ian, por lo tanto, Leandro se enojó al ver publicaciones mías en Facebook y me bloqueó. Ahí quedó todo. Yo estuve de novio, me separé, lo vi un tiempo a Leando tipo 2017, pero lo ignoraba así como me hacía él. Es más, unas pares de veces, se chapó pibes en frente de mí y jamás me provocó nada.

Ahora, una de las veces que nos vimos en Puerca, como siempre, estaba en nuestro lugar y yo, en pedo, le hablé y le pregunté si ya no me iba a saludar más, que dejara de hacerse el desconocido. Me contestó que estaba todo bien, que nos podíamos hablar, que si no me saludaba ni nada era porque no teníamos vínculo. Entonces, ahí le expliqué que yo no había tenido la culpa a mi ex novio en el mismo momento que nosotros nos hablábamos, que me parecía que con él no ibamos a lograr nada más que ser garches. Me dijo que no se acordaba y que ya había pasado tiempo, que él hacía un mes estaba separado y que por eso había vuelto a las pistas. Nos pasamos números de teléfonos y quedamos en hablarnos. Entre charlas y charlas, me pidió mi Instagram y nos empezamos a seguir. Él era un poco celoso, una vez me comentó una historia preguntándome con quién estaba ya que yo estaba filmando por la ventana mientras hablaba por atrás. ahí ya me pareció cualquiera. Por Whatsapp una vez también tiró una que no me gustó para nada porque justamente estoy re acomplejado con mi cuerpo. Me menciono algo así como que antes yo estaba más bueno, que era flaquito así como le gustan a él. Le contesté que ahora no era más flaco, que antes era todo chupado y que ahora había hecho fierros.

La cagada entre nosotros dos era la distancia, eso era una patada en los huevos para mí porque yo estoy en plena zona sur, y Leandro, en plena zona oeste. Tenía dos colectivos sí o sí: uno hasta Ramos Mejías (1 hora y veinte), y después otro colectivo de 15 minutos. La primera vez que nos volvimos a ver fue una tarde, iba a ser una tarde en la que él me iba a cocinar. Me preguntaba a mí mismo si valía la pena alguien del pasado, viajar tanto teniendo yo lugar. Pero me contesté que no le hacía mal a nadie volver a intentarlo porque onda entre nosotros había y mucha. Llegué ese día a su casa, la zona estaba cambiada y nada era como hacía 5 años atrás. Con Mateo, quien vivía en esa zona, nos habíamos dejado de hablar hacía ya como 4 años ya que el incidente con los celos de amigo para con Andrés superaban los límites. Además de yo haberme ido un poco más al sur y solo me iba para Morón a ver a Elías.

Esa tarde fue muy lindo todo: hablamos, nos besamos, almorzamos y nos dimos cuenta que las cosas entre nosotros no habían cambiado, él seguía viviendo en donde siempre vivió y mucho no había cambiado. La cagada fue que yo me tenía que volver así que lo acompañé hasta el taller donde había dejado el auto y, después, me acompañó hasta la Est. Haedo en donde lo despedí con ganas de haberme quedado más tiempo con él y planeando para un fin de semana vernos. Había muchos inconvenientes porque él trabajaba días de corrido y después descansaba días de corrido, y yo laburaba como una persona común... de L a V y durante el día. No sé si realmente las cosas entre nosotros podían funcionar, Leandro había dejado de estar de novio hacía un mes y ese tipo de personas que no pueden estar solos no me van porque dejan de estar con uno y van con otro. Conocí a muchos así como Lautaro y Santiago, y sé que no es lo más salubre. 

Nos volvimos a ver un fin de semana después de varios encontronazos por Whatsapp e Instragram ya que yo le sugerí de por qué yo siempre tenía que viajar y él no. Y salió con la psicológica diciendo que si yo lo invitaba no iba a haber problema, pero que no podía decir nada sin invitación. Después salió conque no tenía ni auto ni moto, que justo estaba sin transporte, y bla bla bla. Desde el día uno sabía que a la vida de Leandro hay que acoplarse porque él "es el activo", sin embargo, como yo dije varias veces, ahora soy yo el que cumple ese rol de Sugar Boy. Ese ese día que pasé con él, lo admito, viví cosas súper lindas con él. Aunque no sé, mis prejuicios, mi pensamiento de que 'no vamos a poder estar juntos porque él recién se separo' o 'vivimos lejos y yo esa vida otra vez no quiero vivirla' me preocupaba. Lo ayudé con Inglés que la seguía padeciendo en su carrera como cuando nos conocimos hacía 5 años, fuimos a comprar juntos para comer, fuimos a retirar su moto del mecánico y me llevó unas vueltas, comimos helado, se la chupé obviamente. Y ese era otro punto en contra, Leandro tenía buena verga pero se le ponía flácida o si no cogía no podía acabar, y acababa muy poco. En el fondo, eso también era una contra para mí. 

Ese día me había dejado banda de chupones en el cuello y me había hecho ver las estrellas con los besos en el cuello, y a él también le encantaba. Es más, a la hora de volverme, al día siguiente, me llevó en moto a Ramos Mejía y ahí me volví en colectivo. Fue como triste volverme y despedirlo, había quedado una chispa entre nosotros. De Instagram lo había eliminado porque se ponía denso en celos, ya no me iba jugar a los adolescentes. Corta: si estamos de novios somos fiel, si no estamos de novio, no tengo por qué pertenecerte. Nuestra historia vuelve a finalizar cuando el sábado en pleno viaje a Puerca con Mauricio, él me habla y me pide fotos de mi cuello. Obviamente, yo estaba ebrio, pero creo que no corresponde pedir eso, genera desconfianza. Quizás sea yo el mal pensado, pero le pregunté para qué quería eso y me respondió que era para mostrarle a sus compañeros de laburo, policías. Raro. Me enojé y terminé eliminándolo de todos lados, triste, pero sabiendo que lo nuestro no podía ser porque teníamos vidas que miraban hacia un rumbo diferente.

Antes de finalizar el año, Elías y amigas y compañeras de laburo de él organizaron una despedida de año en una quinta con pileta. Lamentablemente, Mauricio no iba a poder participar porque no encajaba entre las amigas mujeres de Elías y tiene mala relación con otro amigo por un episodio que hubo en Puerca porque el chongo de este pibe le tiró onda a Mauricio. En fin, para esta dicha juntada, me fui la noche anterior a lo de Elías que vive con su amiga y ella organizó una reunión con conocidos y comimos y tomamos con risas de por medio, obviamente. A la mañana siguiente, nos preparamos y llevamos todo lo que teníamos que precisar para pasar un día de pileta con mucho calor. La amiga de Elías se había olvidado la carne para el asado así que tuvo que volverse mientras nosotros la esperábamos en la estación Morón casi desolada un domingo a las 9am. Tras tomarnos un Uber en Padua, llegamos a la quinta para relajarnos ciento por ciento. Primero, saludamos al jefe de Elías y a la mujer, y después saludamos a otros colegas, algunos ya tocando los 40. Hasta ahí, todo iba bien, gente muy copada con cero drama con respecto a sexualidad y demás, ya que Elías es conocido de toda esa gente y lógicamente, está todo más que bien. 

Iba todo regio hasta que aparece un matrimonio colega de Elías con su hijo de aproximadamente 14 años. Juro que hacía muchísimo tiempo no había sentido lo que sentí en ese momento. Más allá del morbo chico menor - chico mayor, eso de ir a a los balnearios y “enamorarme” de los chicos, lo hacía cuando tenía 16 años y me fascinaba. Acá me pasó algo parecido ya que el nene era hermoso, pelo lacio hacia el costado, risueño, súper blanquito. Aunque caí en ese momento que no tenía su misma edad y que cualquier cosa sexual que yo pensara sobre él, sería degenerado. No obstante, me cuesta mucho asimilar y verme como un chico de la edad que tengo por más que no lo aparentara. Un chico paki de 26 años ya tiene novia y seguramente está pensando en tener hijos, en cambio, nosotros parecíamos de la misma edad del pibito. Me pasó en la fiesta de 40 años de un primo mío: en la fiesta habían nenes de 12 años y alrededores. Y uno de los nenes se hizo compañero mío de pool, y cuando les dije a ellos que yo tenía 26 años no podía creerlo. Me decían que yo parecía de 19 años. De hecho, cuando yo era más chico, para mí alguien de 26 era muy grande, demasiado grande y, sin embargo, acá estoy, viviendo mi segunda adolescencia.

Nos pusimos a "desayunar" con algunas facturas y mates hasta que quisimos música e ir a meternos a la pile, pero no, teníamos que esperar un poco más. A todo esto, lo peteé a Elías y le hice seña del nene. Más tarde, cuando nos empezamos a poner protector solar y nos quedamos el grupo de nosotros, lo revelé en voz alta:
-¿Vieron lo que es el nene? Está re lindo - Dije yo
-Ya sabía que ibas a decir eso, ni bien llegué dije "seguro a Fede le va a gustar".
-Ay sí - Acotó el amigo de Elías de nuestra edad - Yo lo fiché primero - Las chicas también lo habían visto, pero obviamente a ellas les gustan los chabones más grandes o tipo de nuestra edad. A la hora de meternos en la pile, ya lo habíamos visto sin remera a Esteban (el nene) y sospeché que él hacía algún tipo de deporte porque estaba marcadito. O sea, a esa edad ni ahora tuve el cuerpo así, entonces era muy evidente. La parte de la mañana y del mediodía la pasamos jugando al voley acuático. Lo sumamos a él porque quedaba afuera de todo si no. En vez de él ponerse a nuestra altura, nosotros nos pusimos a la altura de él porque no éramos gente grande, si no pendejos. Me daban ganas de abrazarlo, de hacer chistes con él, de ser su amigo. Lo más raro de todo es que, cuando yo era adolescente, nunca me pasaban estas cosas. Quizás haya sido porque no encajaba con los chicos de mi edad o los chicos del barrio. Y ahora es como que puedo encajar tanto con chicos adolescentes como con gente grande, y eso es la versatilidad de tener cara de nene, pero ya estar tocando los 30.

Pusimos la mesa y mientras charlábamos entre todos, el nene comió y se fue por ahí. Entonces empezamos a hablar de él con los padres. Nos explicaron que el nene hacía kickboxing y que entrenaba con un muchacho que había ganado varios concursos y, como el entrenador se había mudado, él quería seguir yendo con él. También nos explicaron que él hacía como una dieta comiendo avena y demás. Algo que yo jamás hice más que ir al gym, pero comía la comida que hacían en mi casa: milanesas fritas, fideos con tuco, etc. Mientras los padres hablaban, me hacía la fantasía. Era el hijo perfecto, hijo único. Por eso mismo, el padre era re celoso del guacho, eso contó. En un momento, se quedó solo, jugaba solo y nosotros estábamos en la pileta y no salíamos más. Después jugamos al quemado y nos reíamos a full. Llegó la hora de tomar alcohol y ahí preparamos los tragos. Estuvimos entretenidos con eso y con el porro que Elías y las chicas habían armado. A todo esto, volvimos al agua y, de repente, terminé quedándome solo con el nene jugando a los pases y me había acordar a una situación cuando con un alumno me puse a jugar al voley en plena salida recreativa con una escuela. Eran ganas de ayudarlo en la vida, de darle todo y cumplirle sus caprichos. El instinto paternal. Adoptarlo.

Ya en un momento de la tarde me embolé, y me fui para el lado donde estaba el nene, donde estaba la mesa del almuerzo cosa que todos estaban en la otra punta, en el quincho tomando y fumando. Con Elías nos pusimos a jugar al metegol y después lo incluimos a Esteban y al amigo de Elías para hacer dos equipos de dos. Él jugaba contrario a mí y, al tenerlo en frente, no paraba de mirarlo ya que él seguía en cuero. Tenía la fantasía de encontrármelo en el baño de varones. Miraba su panza, su abdomen como si fuese una escultura, una pieza de arte, un monumento al que adorar. Él no se daba cuenta, era muy inocente. Sabía que éramos gays, pero era demasiado chico para que pudiera entender en lo que es el morbo o una fantasía sexual podía generar en nuestras cabezas. Así estuvimos varios partidos jugando. Me embolaba también el hecho de pensar que tenía que volverme a mi casa, el viaje largo, el sentir que tanto Elías como el amigo ya iban a estar en sus casas, y yo iba a tener mínimo una hora y media de viaje para llegar y estar tranquilo. No podía parar de mirarlo al nene, siempre con disimulo, si era por seguir estando con él, nunca me iba a querer volver. Aceptaba que si me iba, no lo iba a ver más, excepto que hagamos otra juntada así o alguna otra fiesta más familiar ya que en una juntada de noche, el nene no iba a estar. 

Al llegar el Uber, partimos hacia Padua saludando a todos y después nos subimos al tren en la estación. En ese trayecto, el amigo de Elías nos contaba que se había peleado con un chico que estaba conociendo y que él lo presentaba como novio. Y yo pensaba ¿por qué esa obsesión de los putos de querer estar de novio a toda costa? No forjen nada, no obliguen nada, que todo fluya y que cada uno sea capaz de seguir su vida. Ese pensamiento es del siglo pasado, sin embargo, muchas mujeres todavía lo tienen. Las feministas dan 2 pasos para adelante y algunas minas vuelven para atrás. Los gays estamos iguales: la vida esa de enamorarse para siempre es un cuento de hada. ¿Se puede estar en algo? Sí, pero no se obsesionen y no hagan que las cosas sean cuando en el fondo la otra persona no lo quiere así.



F.A.M.