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#24 - California Dreams: The Tour
Extracto de una hoja que usé como diario en 2011 y que representaba la gran transición entre mi vida adolescente, la de la escuela, y mi vida como joven que había comenzado con el show de los BSB en ese año:
En esa nota, voy a hablar sobre las cosas de "la vida" y las relaciones con cosas supersticiales de la TV. Así se lo debería tomar, pero para mí, hay mucha casualidad. De hecho, más que supersticialidad es una gran verdad. Cuando empezó Gran Hermano, rápidamente lo asocié con el colegio y, después con la vida misma. Hace mucho, cjuando tenía 13 años también asociaba la vida con la película Destino Final y mis primos me miraban y me trataban como loco. En el colegio y sobre todo para mí, este último año lo relacioné con GH porque la rivalidad, la falsedad, la competencia, el odio y algunas uniones transitorias, colmaban el aula todos los días, al igual que en GH. La división de los grupos era moneda corriente, discusiones y problemas eran lo normal. Supe que pocas personas seguirían siendo amigas después de terminar. En otras ocasiones, GH también lo relacioné con pequeños momentos que viví. Uno de sos tiene que ver con el recital cuando, a la salida, Raquel y Malena se despidieron de unas chicas y les decían "Esto es como Gran Hermano, chicas. La seguimos afuera" dando a entender que se seguirían viendo más allá del recital, que la amistad iba a continuar. Después, me tocó despedirme en Once de ellas: de Anabella, Raquel y Malena. Sentí como que me iba de la casa de GH, abrazándolas y saludándolas para volverlas a ver más adelante. El tema de las nominaciones, siempre que las haya en la escuela ya que tuve choques con algunas personas y hubiera estado bueno eliminarlas.
Después
del recital en el Luna PArk de los BSB, me hice conocido de 2 esas dos
chicas que se convirtieron en mis mejores amigas que nunca había tenido:
Anabella y Débora. Ese fanatismo por el grupo musical y esa aventura
que vivimos aquel día, nos consolidó como una amistad firme; la cagada
era que ellas vivían en zona oeste y yo en zona sur, igualmente no era
impedimento. No sé cómo habrá sido el show del 2009, pero acá habíamos
quedado todos re excitados. El primer recuentro entre ellas fue al mes
del show, en el Mcdonald's del Obelisco y éramos como 50 personas y fue
muy lindo saber que estábamos todos unidos. Sin embargo, se empezaba a
notar los grupos: las chicas que podían más y nosotros que debíamos
ahorrar y hacer acciones para juntar plata.
La
segunda vez que me vi con ellas, fue en las vacaciones de invierno,
unos meses después. Íbamos a ir a hacer pijamada en la casa de Débora,
en Castelar. Recuerdo haberme tomado un colectivo y, al pasar por San
Justo tuve una sensación muy extraña de conocido ese lugar antes, y
nunca había pasado por ahí. Lo había visto en un sueño. Ese día lo
recuerdo porque Anabella y yo habíamos ido con un buzo del mismo color
(a rayas negras y blancas) y nos reíamos porque lo bautizamos como 'el
uniforme'. Habíamos hablado tanto que, después de cenar, nos acostamos y
yo quedé palmado mientras Anabella y Débora se mataban de la risa como
si estuviesen borrachas. Volví a juntarme varias veces más con Débora
para asistir a reuniones con fans de los BSB, para hablar en proyectos
para recaudar plata, para hablar y seguir conociéndonos, fue un grupo
muy lindo de gente que conocimos. Generalmente lo hacíamos en la Plaza
San Martín y, después, en el McDonalds de Santa Fé y Florida. Una vez en
casa de Débora hablamos de Rihanna y de Beyoncé. ella quería que
participara de un concurso en la radio para ir al Rock in río de 2011
donde ella iba a estar y que, en Argentina, no se iba a presentar.
A
mitad de año fui a otro recital en GEBA: Katy Perry. Estaba muy
dubitativo porque no tenía quién me acompañara. Lo consulté con mi
compañera de la escuela Gaby, con quien estábamos rindiendo las materias
que nos quedaban. A uno de mis primos más chico, le propuse que me
acompañara al GEBA unos dos meses antes para comprar la entrada y nos
dijeron que ahí no se compraban. Me llevé tal sorpresa y una
desesperación me agarró a tal punto de querer tirar la toalla. Pero
averigüé y obtuve la entrada yendo a La Trastienda. La cuestión es que
ir a acampar no daba porque yo era "chico" y la zona no era muy segura.
Por eso, alrededor de las 5am salí de mi casa y mi viejo me acompañó a
la parada, fui en colectivo y subte para llegar más rápido. Estuve unos
minutos solo y después llegó un chico que parecía copado y con el que
entablé una charla muy fluida acerca de quiénes éramos, de dónde y cómo
conocimos a Katy. Él me contó que estaba esperando a un grupo de chicos
con los que había acordado para hacer la fila. Gracias a eso, conocí
primero a Patricio, a una chica de Salta que sólo tuvimos contacto en el
recital aunque aún la tengo en Facebook, y a Mariángeles. Es más,
después llegó un pibe lindito, se le notaban los gestos de gay al
hablar, estaba mal maquillado. Patricio quedó enamorado y por eso le
sacó charla, mientras tanto, con Mariángeles empezamos a hablar de otras
cosas. Había una chica más atrás y yo le conté que se parecía a la de
una novela que daban en MTV: Popland. También, Patricio siempre recuerda
aquella escena que, en pleno acampe cuando nos corrieron de lugar para
que hagamos la fila hacia la plaza, que Mariángeles sacó un tupper con
sandwich diciendo que Macri (jefe de gobierno de la City de Bs. As.) le
pagaba la vianda.
Algo distinto había pasado en ese recital,
porque entre la multitud del campo, al lado de mí tenía a un chico muy
lindo; y mi razón de ser no me permitía ignorarlo. A todo esto, lo
apoyé, me apoyó; en un momento yo tenía la pija a más no dar, no sé si
se habrá dado cuenta pero me gustaba. Durante el
tiempo previo a que Katy Perry saliera al escenario, todos apretados en
pleno sector campo, una chica nos empezó a sacar charla: nos empezó
preguntando cómo nos llamábamos, de dónde éramos, cuál era nuestra
canción preferida. Sin embargo, después preguntó acerca de nuestra
sexualidad asumiendo ella la delantera y diciéndonos que le gustaban las
mujeres. Ahí me vi en un aprieto porque nunca había dicho tan
abiertamente que yo era gay, sobre todo por Mariángeles. Al chico que yo
lo estaba apoyando dijo su nombre: Gastón. También que era gay. Cuando
uno de los mejores recitales de mi vida terminó, quise buscarlo, pero
era un mundo de gente: imposible. Sabía que podía encontrarlo en
Internet, se me iba a complicar sabiendo sólo su nombre: Gastón,
entonces puse mi plan en marcha. Entré a la página de Facebook 'Katy
Perry Argentina' y empecé a mirar todos los comentarios de las
publicaciones anterior al recital y ver si un tal "Gastón" había
comentado algo. Fue así como lo encontré con un Me Gusta a una
publicación y le envié la solicitud de amistad, y me aceptó días
después. Eso fue algo tan grandioso que me enorgullecí de mí mismo y se
lo conté a Débora; obviamente confesándole que era gay, lo tomó muy bien
y me dijo que a ella le parecía genial y que no tiene prejuicio alguno.
La cagada fue que ese pendejo se hacía el divo total: las pocas veces
que entablamos una conversación era asquerosito, y eso a mí me la
bajaba. Había captado que conmigo no quería nada, pero yo tampoco pude
sacármelo de la cabeza por mucho tiempo.
Acordamos
seguirla después del recital, pero solo Patricio y Mariángeles fueron
los que la quisieron seguir porque el chico que conocí primero era de La
Plata y tenía el síndrome del "porteño": no quería moverse más allá de
su propio cuadradito de las diagonales. La chica de Salta era todavía
una nena y tampoco tenía intenciones alguna de venir a Buenos Aires
después. El chico mal maquillado que estudiaba danza tampoco quiso
juntarse alguna vez. Patricio era alto, morocho, demasiado desarrollado
para su edad. Vivía en zona norte, muy al norte, y tenía buenas
intenciones porque quería entablar una relación conmigo, lástima que se
terminó enamorando y él sabía perfectamente que estaba lejos de mi
target. Mariángeles era una chica bajita, de pelo lacio y negro, se
vestía un poco fuera de moda, era más grande que nosotros y estaba
estudiando para maestra. Con Patricio y Mariángeles
empezamos a juntarnos en el Abasto, hasta que Patricio nos propuso que
vayamos a la entrega de medallas de la secundaria allá en su ciudad. Es
más, el chico de La Plata después me empezó a tener bronca y a bardearme por Facebook. No me
soportaba y recordé los "rechazos naturales". Supuestamente, él
era paki, pero para mí se refugiaba eternamente en la mentira porque en
el fondo le gustaban los hombres y no quería aceptarse. Aún cuando yo no
había hablado de mi homosexualidad nunca, él decía que yo era gay y me
quería "desenmascarar" por más que Patricio lo sabía internamente y
Mariángeles lo daba por sabido. Aunque a ella me haya costado decírselo.
En diciembre, conocimos a dos fans de Katy que teníamos de amigo en común a Patricio: Silvina e Ignacio. Ambos pakis y muy buenos chicos. Ese día era la entrega de medallas de la secundaria de Patricio, recién la estaba terminando. Con Mariángeles nos juntamos en Av. Cabildo y Av. Gral. Paz porque teníamos que tomarnos un tren que iba para la localidad de él. Jamás había viajado para esos lados y Mariángeles tampoco. Me acuerdo que nos juntamos y caminamos tratando de encontrar la estación que estaba muy oculta, pasó muchos años en reparación, porque además, está abajo de un túnel. Eso había leído. Al llegar al pueblo, Patricio nos esperó y nos llevó a su escuela. Yo me re sorprendí porque todos sus compañeros tenían 17 años y eran enormes, me sobrepasaban. Por eso, tiré un chiste acerca del agua el pueblo que hacía que todos sean enormes. A la noche, a pleno campo abierto se celebró la fiesta y aparecieron Silvina quien, al principio se sentó y no emitió comentario alguno; y después Ignacio que también se sentó después de saludarnos. Él era más copado. Nosotros con Mariángeles hablábamos entre nosotros y nos referíamos a ellos despectivamente como "los otros Cats". Esa noche, la pasamos en la habitación de Patricio, hablando de nosotros para conocernos y tomando Frizzé. Fue un puntapié inicial para conocernos y, después, desarrollar la amistad.
F.A.M.